VUESTRO SITIO

El espacio creado para el alumnado del IES Ciudad de Hércules. Éste es tu lugar, aquí podrás publicar todos los textos que desees, hacer sugerencias sobre libros, informar sobre noticias interesantes...todo lo que se te ocurra, sólo debes ponerte en contacto con algún miembro del departamento de lengua y se encargará de publicar lo que desees. Anímate a escribir.

lunes, 1 de febrero de 2010

HERMANAS

Una vez hace ya 20 años existió una niña…una niña dulce, simpática, extrovertida, nerviosa, alegre como la vida misma y positiva. Por muy malo que fuese un asunto siempre le veía una parte buena aunque fuese un 0.1% de probabilidad de que saliese bien. En fin esta niña ya hace años que murió… y bien, ésta es la historia:

Esta niña tenía un nombre que era la descripción perfecta de ella misma en una sola palabra, María.

Era hija única, pero no era para nada de ese tipo de hijas únicas caprichosas y materialistas, no tenía nada que ver, por el contrario, ella era humilde, buena y soñadora.

María, se levantaba todos los días deseando ver a sus amigos. Al igual que ellos, que cuando la veían siempre se les hacía una media sonrisa en la cara e iban a saludarla de inmediato.

Ella siempre soñó con tener un hermano con el que poder jugar, vestirlo, dormirlo, contarle cuentos y enseñarle cosas de la vida. Un día llegando del instituto, su madre con los ojos empañados en lágrimas y sonriendo le dijo que pronto iba a traer una vida más a este mundo con la que poder compartir su alegría. Las dos se abrazaron y comenzaron a llorar.

Cuando la madre ya hizo cinco meses se confirmó el sexo y dijeron que iba a ser una niña. María se contentó, aunque ella quería un niño, pero que más dará si ya nunca más iba a estar sola.

El día que tuvo al bebé fue el más importante de su vida, pronto hizo una fiesta e invitó a todos sus amigos para presentarles a su nueva hermana y compañera de cuarto. Ella estaba feliz con su hermana y era lo que mas adoraba en el mundo. Lástima que cuando ésta cumplió ocho meses a María le detectaron algo terrible…”cáncer” pero se dieron cuenta demasiado tarde y ya apenas le daban dos meses de vida. Con el transcurso de los días cada vez tenía peor cara y estaba más delgada, pero nunca perdía su sonrisa y esa luz de sus ojos que podría iluminar una habitación entera. Nunca dijo nada a sus amigos, aunque ellos cada vez la veían peor y preguntaban, pero ella simplemente se limitaba a contestar que era por hacer dietas. Sus amigos le regañaban pero ella se reía, nunca estuvo triste quería aprovechar cada milésima de segundo de sus contados días.
Cuando a penas le quedaban unos días y ya estaba en cama totalmente enferma solamente podía escribir y así pudo convencer a su madre de que no contase nada a nadie hasta el día en que se encontrase en su lecho de muerte. Ella aprovechó las pocas horas de vida para escribirle una carta a su hermanita, que ya tenía diez meses.

La hermana fue creciendo, no sabía nada sobre ella, solo sabía que existió y su descriptivo nombre. Pero un día en su casa intentando buscar alguna foto, algún cuaderno, algo de su hermana a la que no conocía, encontró una carta con la tinta un poco borrada como con gotas de agua, pero se podía apreciar perfectamente que decía…

“Querida hermanita:

Cuando leas esto no podrás verme, no te preocupes son cosas que pasan en la vida, de todas formas yo siempre estoy contigo, aunque no me veas, y cuando tengas una tristeza inmensa y de repente aparezca en tu cara una sonrisa inexplicable estaré ahí contigo buscando lo bueno entre todo ese lío en tu pequeña cabecita.
Yo siempre le rogué a nuestra mamá que me trajese un hermanito para poder cuidarlo y mira, aquí te tengo entre mis brazos.
Ahora eres muy pequeña, inocente y un poco testaruda también, y se te ve tan inocente…me encantaría que tardes en perder tu inocencia, no hay mejor regalo que la vida te pueda hacer, aprovéchala.
Apareceré en tus peores pesadillas para salvarte. Y que en vida todas las veces que tropieces no te dejaré caer, algún día me verás, espero que sea muy tarde, no llores al no verme.

Te quiero desde el primero de tus pequeños cabellos hasta la última partícula de agua que compone los océanos. Como me fui pronto de este mundo, no me alcanzó toda la vida para poder dejar de quererte, así que no me queda más remedio que quererte hasta la eternidad.
Nunca me olvides. TU HERMANA.”

Cuando acabé de leer la carta lloré, pero como ella aclaró en su carta una sonrisa inexplicable se mostró en mi rostro fino. Sí, esa niña pequeña, esa niña que lloraba por haber perdido a su hermana, esa niña inocente, delicada y testaruda, soy yo.

Míriam Garrucho. 3º B

No hay comentarios:

Publicar un comentario