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miércoles, 20 de enero de 2010

TEXTOS 2º E

Texto creado por Teresa Muñoz de 2º E como actividad de clase y elegida por sus compañeros como la mejor junto a la de Pablo Muñoz.

Un amor extraño

Todas las noches, me duermo pensando en ella. Estoy muy enamorado de la princesa Evelin. Aunque hay un problema. Ella es una hormiga, y yo soy un saltamontes. Cuando me desperté, decidí ir a dar un paseo, para conseguir un poco de comida, o para respirar un poco de aire fresco.

Mientras caminaba tranquilamente, me fijé en un poste que había en un lado del camino, y vi que tenía un papel colgado: SE BUSCA PRETENDIENTES. MAÑANA A LAS 12 HORAS, EN EL CASTILLO.SALUDOS, EL REY GUILLERMO.

Al ver ese cartel, pensé que podía ir al castillo a presentarme. Así, que escogí el mejor traje que tenía en el armario, y lo dejé preparado para mañana.

Me levanté pensando cómo me iba a ir... claramente, estaba nervioso. Cuando me dirigía hacia el castillo, o sea, hacia la colonia de formigas, había muchos pretendientes para la princesa...y todos hormigas.

Me puse a esperar como los demás, en la gran cola que había, y todos me miraban con cara rara.

Al final, abrieron las puertas del castillo, y el rey nos condujo al patio del castillo. Al verme a mí, el mismo rey Guillermo dijo casi gritando que estaba loco, que su hija nunca saldría con él, ya que yo era un saltamontes. En ese momento, se abrieon las puertas, unas puertas muy grandes que se encontraban a la izquierda del gran patio.

Era la princesa Evelin. Todos se quedaron observando a la bellísima princesa, que iba vestida con un fabuloso vestido azul, y una corona plateada en su cabeza.

Se quedó muy sorprendida al verme, pero no dijo nada, y siguió hacia delante, para sentarse junto a su padre, en el trono.

Después de este acto, me echaron sin decir palabra del castillo. Muy triste, me fui a unos de mis sitios favoritos para cuando estoy triste, a una gran colina. Cuando ya me encontraba mejor, vi a lo lejos del castillo una gran tormenta que amenazaba con fuertes lluvias.

Fui corriendo para avisar a todos de lo que se avecinaba...pero nadie me hacía caso, excepto la princesa. Me llamó para que fuera con ella, y le hice caso. Mientras me dirigía para allá, el corazón me palpitaba muy fuerte. Me di cuenta de que ella sí me creía.

Entre nosotros, le advertimos a todos que debíamos abandonar rápidamente la colonia, y los dos a la vez dijimos:

-¡Ya está! Iremos todos a la montaña Venus. Todos estamos a salvo en Venus, si nos damos prisa.

Al oír esto, todos evacuaron la colonia, y de allí, fuimos a la colonia donde me encontraba yo antes. Del camino a la colina hasta la montaña, la princesa y yo estuvimos hablando mucho.

Al llegar a la montaña donde todos estábamos a salvo, el mismo Rey Guillermo y todos se disculparon por no haberme creído. Después de un rato, el rey nos juntó de nuevo a la princesa y a mí. Me preguntó si yo amaba a la princesa Evelin. Yo respondí, colorado, que sí. Le formuló la misma pregunta a la princesa, y también dijo que sí. El rey, muy contento, nos casó ese mismo día y fuimos muy felices.

Teresa Muñoz. 2º E

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